viernes, 27 de julio de 2012

Puedo escribir los versos...




Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche. [5]
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.


En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.


Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. [10]


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. [15]
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. [20]


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. [25]
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.


Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido. [30]


Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

sábado, 14 de julio de 2012

Visita



Pues tanto te gustaban te traemos
a diario un manojo de claveles:
rojos, como la sangre de la vida;
amarillos, como la lividez
del tiempo sin amor; blancos, igual [5]
que un traje de amorosa desposada
(tu sangre detenida, fija, inmóvil;
tus mejillas amargas de limón;
tu largo desposorio con la tierra…)
Asea y echa el agua en los jarrones [10]
tu hermana, bien fresquita, de hondo pozo;
tía Remedios, ya ves, viene y ayuda
a arreglarte un poco la morada
donde tan sola estás, tu madre empieza
a rezar con buen ánimo, aunque luego [15]
le brote la cizaña del sollozo
que no puede aunque quiera reprimir;
 yo te amo y te recuerdo y una losa
me aplasta con su peso el corazón.

Iglesia




La torre de la iglesia, como un índice
de piedra, al pueblecillo sermonea
sentenciosa. Enrojece de ladrillos.
Lleva al cuello el collar de las campanas.

La coronan dos nidos de cigüeñas. [5]
Y un sinfín de vencejos y cernícalos
ocupan cicatrices con que el tiempo
le acribilla la piel. En los disantos

trepan hasta su alta arboladura
dos grumetes llamados monaguillos [10]
para hacerla cantar con voz de bronce.

Antaño, a su reclamo, los rebaños
de las casas humildes acudían
para oír al pastor que, desde el púlpito,
les hablaba del cielo (y del infierno).

Ves estas manos?




Ves estas manos? Han medido 

la tierra, han separado
los minerales y los cereales, 
han hecho la paz y la guerra, 
han derribado las distancias [5]
de todos los mares y ríos, 
y sin embargo 
cuanto te recorren 
a ti, pequeña, 
grano de trigo, alondra, [10]
no alcanzan a abarcarte, 
se cansan alcanzando 
las palomas gemelas 
que reposan o vuelan en tu pecho, 
recorren las distancias de tus piernas, [15]
se enrollan en la luz de tu cintura. 
Para mí eres tesoro más cargado 
de inmensidad que el mar y su racimos 
y eres blanca y azul y extensa como 
la tierra en la vendimia. [20]



En ese territorio, 
de tus pies a tu frente,
andando, andando, andando, 
me pasaré la vida.

lunes, 9 de julio de 2012

Cubo de basura




Tu curva humilde, forma silenciosa,
le pone un triste anillo a la basura.
En ti se hizo redonda la ternura,
se hizo redonda, suave y dolorosa.


Cada cosa que encierras, cada cosa [5]
tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.
Aquí de una naranja se aventura
la herida piel silente y penumbrosa.


Aquí de una manzana verde y fría
un resto llora zumo delicado [10]
entre un polvo que nubla su agonía.


Oh, viejo cubo sucio y resignado,
desde tu corazón la pena envía
el llanto de lo humilde y lo olvidado.